Esta seccion no intenta explicar la compleja profundidad de las letras, pero si intenta percibir la escencia de lo magico que se siente en ellas. Sin duda no podemos atrapar el poder, pero si sentirlo. Aqui van varias interpretaciones, algunas escritas por aquellos que buscan la logica, algunas por aquellos que pueden relacionar el sentimiento con algo en el mundo fisico, y algunas hasta de el mismo Saul Hernandez. Disfruten...
Huracán.
En donde la fuerza de un remolino surgido desde el centro de tu corazón, nos arroja hacia terrenos invadidos, un tornado interior que no por intimo es menos terrible: un rompimiento, una estruendosa liberación.
Las ratas no tienen alas.
Retrata los momentos traumáticos por los que pasó su autor. Es una invocación al instinto camaleonico para poder salir de agobiantes trampas del destino, superar traiciones, y evitar en lo posible el dolor de las yagas que deja la decepción, mutar: "Voy cambiándome de piel..." y seguir adelante confiados en que "Las ratas no tienen alas".
Nunca te doblarás.
De lo ignorado cotidianamente se puede tomar una fuerza desconocida para seguir adelante, un cantó a la voluntad de mantenerse siempre de pie.
Clávame mejor los dientes.
Una de las aportaciones líricas de José Manuel Aguilera, en donde hay grandes para intoxicados solos de guitarra. Un intento por encontrar la última esperanza, y no caer en la inmóvil espera de la colisión final.
El Equilibrio II.
La búsqueda inacabable del equilibrio, el vano intento de emular la perfección de la naturaleza, el acercamiento a la paz interior.
El Milagro.
Coros espectrales que parecen surgidos de almas indígenas que penan en las ciudades construidas sobre lo que algún día fue su hogar, abren las puertas para presenciar "El Milagro", uno de los momentos más intensos del disco. El corazón, los sentimientos verdaderos, auténticos milagros que por vivirlos día con día se les ha restado valor.
Déjate ver.
Dedicada a esos sujetos que creen que esta tierra nos los merece, que no saben que "para poder llorar no hace falta matar", y se desgastan en la idea de que deberían haber nacido en un tiempo mejor, sin reparar el daño que su gigantesco egoísmo pueda causar.
Solo somos sueños.
...que alguien tuvo y que quizá nunca se realizaron.
A donde vamos a ir.
Percusiones que tejen sonidos venidos de diferentes geografias, fusiones que nos hacen flotar hacia ese lugar ideal que puede estar cerca del sol, o entre los brazos del ser amado, ahí donde todos queremos ir, aunque nos quedemos en el viaje. Unos ritmos hindúes sirven de colofón para esta pieza, de la que pasamos s ser testigos del ansia de contemplar todo desde arriba, subir a una montaña, observar el horizonte y todavía querer ver más allá.
Voy a volar.
Entonces solo queda desdoblar las alas y levantar el vuelo: "voy a volar".
La habitación de tu mente.
Vuelven las sonoridades étnicas, tablas hindúes y una guitarra profunda, para hacer el preámbulo de un clásico del submundo al que por fin se la hace justicia, una canción que llega al número uno del Hit Parade particular de varios sujetos que la oyeron en algún lugar del subterráneo a mediados de los ochenta.
Hay algo a lo lejos que parece ser un palo de lluvia, que abre espacio a un escalofriante violín que nos da un empujón hacía ese lugar en donde "no hay paredes, ni ventanas...".
Eléctricas guitarras se funden con los sonidos de violín, mientras la base rítmica se mezcla con los ritmos autóctonos. Es la culminación de un trabajo que no tiene grandes estridencias, ni sonoridades frenéticas y explosivas, en el que más bien priva la sensación de armonía, de paz, de equilibrio, además de un cierto ánimo experimental que incluye pasajes de improvisación. Una obra interesante que nos deja en claro que la esencia de lo que muchos dieron por muerto, sigue gozando de cabal salud.
Esta sección se construyó gracias a la inspiración de Saúl Hernández, Xavier Velasco, Arturo González Ortega y Sierra, Arturo Castelazo Jr, Antonio Sarabia y Martín Jiménez.