Revista: Rock América.
Libro: Bienvenidos al templo de los Jaguares.
Por: Juan Pablo González.
Noviembre de 1996.



El viernes 13 de septiembre, en plena víspera de un aniversario más de nuestra independencia, miles de ciudadanos nos dirigimos alrededor de las 8:00 p.m. al Auditorio Nacional para presenciar el primer concierto de la nueva propuesta musical llamada Jaguares. Para sorpresa de algunos escépticos todas las especies de la fauna rocanrolera mexicana acudimos al rugido del jaguar, quien seguramente se habrá sorprendido al enfrentar a un auditorio lleno y hambriento de música viva y trascendente.

Las luces se apagaron, y el concierto dio comienzo con la danza al solo que los voladores de Papantla usualmente desarrollan en tierra firme poco antes de ascender al poste. El escenario albergaba a los danzantes, mientras que dos pantallas gigantes en cada extremo, narraban textos e imágenes El equilibrio, introducción al viaje musical de Saúl Hernández e invitados.
De pronto apareció la banda formada por el mismísimo Alfonso André en la batería, José Manuel Aguilera en las guitarras, Federico Fong en el bajo, y Saúl Hernández al frente, con la voz al cien por ciento y su guitarra vibrando en todo momento; para complementar a los Jaguares, Cecilia Toussaint se empleó a fondo en los coros, a igual que Francisco Cortina en los teclados y el joven Leonardo Muñoz en las percusiones. Saúl y compañía comenzaron tocando piezas del Equilibrio de los Jaguares, temas como Dime Jaguar, Imagíname y ¿A dónde vamos a ir?, se estrenaron hasta que llego el momento en que Saúl habló a su público por primera vez: ¡Buenas noches raza!, gracias por haber venido, ustedes son los sacerdotes que han venido a bautizar a los Jaguares. La banda siguió interpretando temas de El equilibrio hasta que tocó el momento para la primera canción de Caifanes de esa noche; La vida no es eterna, fue coreada por el público que recuerda a la banda que dio tantas cosas positivas al rock en nuestro país, curiosamente un gran número de asistentes todavía conserva y se pone su camiseta de Caifanes.

La banda se empleó a fondo tocando canciones como Huracán, Nunca te doblarás, El milagro y Déjate ver, José Manuel parecía un poco nervioso al principio del concierto, pero conforme todo avanzó, el guitarrista fue dominando el terreno, emitiendo texturas ácidas y psicodélicas que de repente se transformaban en sonidos melódicos, etéreos y oceánicos como los sonidos que las ballenas producen para comunicarse. Saúl más consistente que nunca, no soltó la guitarra y produjo ritmos interesantes que dan cuerpo inusual pero sólido a cada una de las canciones del El Equilibrio; resultó una sorpresa ver a Saúl tan apegado a su instrumento como hacía tiempo no lo veíamos y también fue notorio su gira en el tipo de guitarras que utilizó esa noche; además de su guitarra acústica, el líder de Jaguares usó una ES – 335 negra, y usa Les Paul color fuego, los modelos distintivos de B.B. King y Jimmy Page respectivamente, pero nuevos para Saúl y su fiel público.

Por su parte, Alfonso André suena más amplio y flexible en su batería, su forma de enriquecer las canciones es única al mezclarse con el persistente bajo de Federico Fong, quien en todo momento aporta sobriedad y consistencia a la infinita base que ambos músicos ensamblan, y es en el tema Las ratas no tiene alas, donde tales cimientos sobresalen, y paradójicamente, Alfonso, Federico y compañía, pasan a un segundo plano sirviendo como fondo musical a los rostros en blanco y negro de varios de nuestros más corruptos políticos en los últimos sexenios, rostros burlones y degenerados, amplificados en las pantallas gigantes, para que todo el auditorio recuerde a: los individuos que han frenado el posible desarrollo de nuestro país.

Palabras del valiente Saúl a su muy querida raza. El momento más eufórico de la noche, fue cuando Jaguares interpretó La célula que explota y los asistentes pedían que la banda interpretará Viento; personalmente me gustó muchísimo escuchar Cuéntame tu vida, pues el grito recíproco de Saúl el público significaba verdaderamente querer indagar más, acerca de los motivos del incógnito fiel, por más de ocho años, a esta retroalimentación. El concierto de Jaguares transcurrió entre euforia, nostalgia y sorpresas enmarcadas con distintas imágenes de gente en la gran ciudad o en provincia, danzantes, animales marinos y terrestres ocultos en las selvas verdes del sureste de nuestro país.

El productor Don Was (Stones, Iggy Pop, B – 52`s, Jaguares), se aventó un palomazo en Afuera, tocando su bajo blanco distinto a los bajos oscuros de Federico, y fue precisamente en la interpretación de Afuera, y algunas otras canciones de Caifanes, donde José Manuel Modificó y convirtió en suyo el espacio que alguna vez enriqueciera la guitarra de Alejandro Marcovich.

Por fin los Jaguares interpretaron su primer sencillo Detrás de los cerros, y la banda se despidió por primera vez, para después regresar e interpretar Antes de que nos olviden, Los dioses ocultos y Viento. Saúl y compañía abandonaron el escenario, pero regresaron una vez más para interpretar En la habitación de tu mente, y cerrar la presentación con el Equilibrio parte II.

Los mismos danzantes que comenzaron, tenían que cerrar el concierto, para recordarnos que en esta vida todo en equilibrio, una banda desaparece pero llega otra a continuar el círculo que aparentemente ya se había cerrado.

Danza de Voladores de Cuapech
Rufino García Velasco,
Representante.
Barrio de Cuapech. Tel. 1-07-09
Cuetzalán, Puebla.